Tuesday, July 8, 2025

Chocoflan: el apodo que distrae a todo un país


 📰 Columna de Opinión 

"Con Todo Respeto"

Chocoflan: el apodo que distrae a todo un país

por PEPE

En un país con niveles alarmantes de violencia, corrupción e impunidad, resulta sorprendente —o tal vez no tanto— que una parte importante del debate público siga girando en torno a un menor de edad. Jesús Ernesto López Gutiérrez, hijo menor del expresidente Andrés Manuel López Obrador, ha sido convertido en objeto de burla nacional bajo el apodo de “Chocoflan”. ¿Qué hizo para merecerlo? Nada. Literalmente nada.

No ha robado. No ha mentido. No ha ocupado un solo cargo. No ha aparecido en video alguno recibiendo sobres con dinero, como sí lo han hecho sus tíos o hermanos. No ha usado influencias, no ha gestionado contratos, ni ha intentado figurar en la vida pública. Y sin embargo, cada tanto, las redes sociales se llenan de burlas hacia su persona, memes de mal gusto y comentarios que revelan más sobre quienes los escriben que sobre el joven en cuestión.

Entonces, ¿por qué sabemos tanto de alguien que, supuestamente, no quiere ser figura pública? ¿Por qué hay videos suyos paseando, comiendo, conviviendo con amigos o familiares circulando tan libremente en plataformas digitales? Estamos hablando del hijo de un expresidente, con resguardo oficial y un círculo íntimo muy controlado. La respuesta es tan incómoda como evidente: su exposición no es casual. Es política.

Durante su mandato, López Obrador usó la imagen de su hijo menor como recurso emocional. Lo mencionaba con frecuencia, lo mostraba en eventos públicos, lo dejaba aparecer en momentos clave, casi siempre en contextos que humanizaban o distraían. Hoy, con el expresidente fuera del cargo, la estrategia continúa bajo una nueva administración que ha aprendido que el escándalo superficial es la mejor cortina de humo.

Jesús Ernesto, sin quererlo, se ha convertido en una pieza útil. Una distracción cíclica, reciclable y profundamente rentable para el poder. Mientras se viralizan imágenes de su vida personal, el país atraviesa crisis mucho más graves que no reciben ni una fracción del interés colectivo: inseguridad desbordada, desapariciones, inflación, colapso en el sistema de salud. Pero claro, es más fácil hacer un meme que leer un informe.

Lo verdaderamente triste es que el odio hacia este adolescente no proviene solo de un sector radical o politizado. Viene también de un pueblo mal educado, incapaz de distinguir entre crítica política y bullying. De una sociedad que cree que burlarse de un niño equivale a ejercer oposición, cuando en realidad está cayendo de lleno en una estrategia de manipulación mediática.

Y aquí viene la gran ironía: mientras los verdaderos responsables del deterioro nacional operan con total impunidad, un adolescente sin poder ni decisiones se convierte en el blanco de millones. No por lo que hace, sino por lo que representa. Porque es fácil golpear al que no puede responder.

El problema no es Jesús Ernesto. El problema es un sistema político que lo exhibe, una prensa que lo amplifica, y una sociedad que lo convierte en trending topic. Burlarse de él no solo es injusto. Es funcional al poder.

Si realmente queremos hablar de política con seriedad, dejemos de mirar al niño. Y empecemos por mirar al titiritero y corregir nuestro reprochable proceder.

Tuesday, June 24, 2025

El disparate de "presidenta": Cuando la gramática se convierte en rehén ideológico

Vivimos en una época donde las palabras ya no solo comunican, sino que son armas de propaganda, moldes de una narrativa que busca imponer visiones del mundo a fuerza de repetir términos, aunque estos sean, desde la lógica gramatical, auténticas aberraciones. Un ejemplo claro de esto es el uso del término "presidenta", una palabra que, más allá de su aparente inocencia, es un botón de muestra del grado de manipulación lingüística al que hemos llegado.

Desde la perspectiva del idioma, "presidente" no es un sustantivo masculino, es un sustantivo común en cuanto al género. El género lo marca el artículo que lo acompaña: el presidente, la presidente. Así como decimos el cantante y la cantante, sin que exista cantanta, o el gerente y la gerente, sin necesidad de inventar gerenta, decir "presidenta" es, en rigor gramatical, una aberración.

Pero lo absurdo no termina ahí. El problema no es solo de morfología, sino de la arrogancia con la que se pretende modificar las estructuras naturales del idioma para adaptarlas a ideologías pasajeras. Es la soberbia de querer domesticar el lenguaje, como si las lenguas fueran plastilina al servicio de agendas políticas, y no organismos vivos que evolucionan de manera orgánica, no a punta de decretos ni de discursos políticos.

La palabra "presidenta" se ha convertido en un estandarte de un esfuerzo mucho más amplio: forzar la narrativa a través del lenguaje. Cambiar las palabras con la esperanza de que cambien las realidades. Como si renombrar las cosas fuera suficiente para transformar las estructuras sociales. Se pretende que dejando de decir "presidente" y diciendo "presidenta" avanzamos hacia la equidad, cuando en realidad solo estamos maquillando las formas y dejando intacto el fondo.

El fenómeno no se limita a este caso en particular. Vivimos rodeados de eufemismos diseñados para suavizar, ocultar o simplemente manipular. Ya no hay "despidos", ahora hay "reingeniería de personal". Ya no existen "enfermos", ahora hay "personas con condición de salud específica". No hay "mujeres asesinas", sino "víctimas de un sistema que las orilló a actuar así". El lenguaje se vuelve un campo minado donde decir lo que es se castiga, y decir lo que conviene se aplaude.

El uso de "presidenta" no solo es gramaticalmente innecesario, es síntoma de una enfermedad social más profunda: la necesidad de construir realidades alternas a través de las palabras. Es como si estuviéramos pintando las paredes de una casa que se está derrumbando, pensando que un nuevo color solucionará las grietas estructurales.

Forzar el lenguaje para encajar en una agenda no crea inclusión, crea confusión. No empodera, infantiliza. No libera, adoctrina. La lengua no necesita ser intervenida, necesita ser entendida. Las palabras no discriminan; quienes lo hacen son las personas y las estructuras sociales. Cambiar las palabras no cambia el mundo, solo lo disfraza.

El caso de "presidenta" es solo la punta del iceberg en una sociedad cada vez más obsesionada con la superficie y menos interesada en el fondo. Podríamos seguir inventando términos como estudianta, asistenta, visitanta, representanta, comercianta y un largo etcétera, pero la realidad no se transforma por capricho gramatical. Si de verdad queremos construir un mundo más justo, empecemos por cambiar las mentalidades, no las terminaciones.

 


-PEPE-
Descripción de la imagen

Saturday, June 14, 2025

“Vas y chingas a tu reputa madre” — Una mirada a la cultura y el lenguaje en México

El lenguaje no solo comunica ideas, también revela emociones, historia y conflictos sociales. 

Descripción

En México, los insultos —especialmente aquellos que involucran a la progenitora— van más allá de simples groserías: son expresiones cargadas de identidad, resistencia y hasta humor. La frase “Vas y chingas a tu reputa madre” es un ejemplo perfecto de cómo las palabras pueden ser armas, rituales o incluso chistes, dependiendo del contexto. Analizarla nos ayuda a entender la compleja relación entre el mexicano, su lengua y su cultura.


El peso de la “mentada de madre” en México

En México, la madre es una figura sagrada: símbolo de amor, sacrificio y devoción. Por eso, cualquier insulto que la involucre no es solo una ofensa superficial, sino un ataque directo al honor y la dignidad. La “mentada de madre” es, quizás, la forma más intensa de agresión verbal en el país, porque no solo hiere al individuo, sino que mancha algo profundamente respetado.


La palabra “chingar”, como bien explicó Octavio Paz en El Laberinto de la Soledad, tiene un significado poderoso: representa violencia, imposición y hasta una especie de fatalismo histórico. Cuando alguien dice “chingas a tu madre”, no solo está maldiciendo, está evocando una idea de violación simbólica, de humillación total.


Anatomía del insulto

La frase “Vas y chingas a tu reputa madre” no es casual: cada palabra eleva su impacto ofensivo:


“Vas y”: Un mandato sin vuelta atrás, una orden que expulsa al otro de manera definitiva.


“Chingas”: El verbo que convierte el insulto en una agresión activa, con connotaciones sexuales y de dominación.


“A tu reputa madre”: Aquí, “reputa” (derivado de “puta”) intensifica el desprecio, degradando a la figura materna hasta lo irreparable.


No es solo un grito de enojo: es un destierro verbal, una manera de decir “aquí no tienes lugar”.


¿Por qué duele tanto? Contexto y función social

Esta frase no se usa en cualquier situación. Surge en momentos de ruptura total: peleas callejeras, discusiones irreconciliables o cuando el respeto se ha perdido por completo. Es un ataque nuclear lingüístico, diseñado para dejar claro que no hay vuelta atrás.


Sin embargo, el mexicano también tiene la habilidad de suavizar el insulto con humor. Entre amigos, la misma frase puede ser una exageración cómica, un albur o incluso una expresión de sorpresa. Esta capacidad de reinventar las palabras —convertir lo violento en juego— es una de las características más fascinantes del lenguaje popular mexicano.


Más que una grosería, un reflejo cultural

“Vas y chingas a tu reputa madre” no es solo un insulto: es un microcosmos de la cultura mexicana. En ella se mezclan el dolor histórico, la importancia de la familia, la picardía y la necesidad de liberar emociones a través de las palabras.


Hablar de estas expresiones no es solo hablar de malas palabras; es hablar de cómo un pueblo usa el lenguaje para defenderse, reírse y hasta entenderse a sí mismo. Este es nuestro México, donde incluso insultar es todo un arte.


-PEPE-

Tuesday, June 3, 2025

Simon Sinek: You're Being Lied To About AI's Real Purpose! We're Teachin...

Using AI for personal relationships can make interactions feel inauthentic, highlighting the value of imperfection and genuine human error.

La paradoja de la IA: ¿Estamos perdiendo nuestra humanidad?

El futuro es incierto, y la IA lo está cambiando todo. Pero, ¿qué estamos sacrificando en el camino?

La IA puede hacer muchas cosas, pero no puede ser humana. Usarla para relaciones personales o creatividad hace que todo se sienta falso. La autenticidad está en los errores, en lo imperfecto.

Enfocarnos solo en resultados nos hace olvidar el valor del proceso. La lucha, el esfuerzo y el crecimiento personal son lo que nos define. Si dejamos que la IA haga todo, ¿qué habilidades humanas perderemos?

La soledad y el estrés aumentan en un mundo hiperconectado. Las redes sociales y la tecnología nos dan la ilusión de compañía, pero nos dejan más vacíos.

El arte hecho por humanos vale más que nunca. La imperfección, el esfuerzo y la historia detrás de una creación son lo que le dan valor. Lo mismo pasa con las relaciones: los conflictos y las reconciliaciones nos unen más que las respuestas perfectas.

Nadie sabe el impacto real de la IA. ¿Necesitamos regulación? Probablemente. Pero más importante: necesitamos no olvidar lo que nos hace humanos.

Las habilidades humanas—empatía, resolución de conflictos, amistad—son irremplazables. Si no las practicamos, las perderemos.

¿La solución?

Valora lo imperfecto.

Aprende habilidades reales, no solo dependas de la IA.

Invierte en relaciones profundas, no en conexiones superficiales.

Sé curioso, sé humano.

¿Qué opinas? ¿La IA nos acerca o nos aleja de nuestra humanidad?

#IA #Tecnología #Humanidad #Relaciones #Creatividad 

Thursday, May 22, 2025

🔐 El Código Secreto de La Realidad

  • ¿Y si todo lo que ves... es solo un reflejo de tu mente?
  • La Tierra no es un simple planeta. Es un ser vivo... y tú eres parte de su evolución.
  • Tu ADN te domina... pero puedes liberarte.
  • Somos artistas de la realidad. Creadores... y destructores.
  • La revolución no está afuera... está en tu mente.
  • ¿Estás listo para ver más allá?

👆👇

 🔹 INTRODUCCIÓN 


Imagina que todo lo que conoces... es solo un espejo de tu conciencia.  La Tierra no es un simple planeta. Es un organismo vivo, latente... y tú eres sus ojos, sus manos, su voz.  Durante milenios, tu ADN te ha susurrado instrucciones. Te ha convertido en seguidor... cuando naciste para ser creador.  

Somos los artistas olvidados del universo. Moldeamos la materia con cada pensamiento, con cada elección... pero hemos olvidado el poder de nuestro pincel.  La energía que fluye en ti es la misma que da vida a las estrellas. Nunca se destruye... solo se transforma. Como tú.  

¿Qué creencias te atan? ¿Qué voces en tu cabeza no son realmente tuyas?  

Este es el llamado a tu revolución interior. A despertar al artista, al chamán, al visionario que duerme en tus células.  El mundo que ves es solo el principio... ¿Te atreves a ver lo que hay detrás del espejo?.

El viaje comienza cuando decides mirar... realmente mirar. 

Imagina por un momento que la Tierra es un ser consciente... y que tú, como humano, eres una de sus células. No un invasor, sino parte de su cuerpo. Desde esta perspectiva, nada de lo que hagamos puede ‘destruirla’… solo transformarla. ¿Y si nuestro verdadero papel no es dominar, sino co-crear? Hoy exploraremos cómo la vida, la energía y tu propia mente tejen una red invisible que conecta todo… incluso lo que ahora crees ‘real’.  


 🔹 EL PLANETA VIVO 


La Tierra no es un escenario inerte. Es un organismo que respira, y nosotros somos sus órganos activos. Con cada acto de imaginación, inteligencia o voluntad, transformamos la materia a su alrededor… igual que un hígado procesa nutrientes. La diferencia es que nosotros sabemos que lo hacemos. Somos los artistas toltecas: creadores y destructores en busca de equilibrio, moldeando el mundo como arcilla.  


 🔹 LA ILUSIÓN DEL ESPEJO  


Tu cerebro no es una ventana a la realidad… es un espejo. Todo lo que ves, sientes o temes es un reflejo de leyes internas que heredaste o inventaste. ¿Es el mundo violento? ¿O es tu mente la que proyecta sombras? La calma y la respiración consciente son el primer lienzo limpio para percibir lo que realmente existe. Sin ellas, solo miras grietas en el cristal.  


 🔹 ADN Y DOMESTICACIÓN  


Sigues los mandatos de tu ADN como un perro sigue a su dueño. La necesidad de líderes, tribus o dogmas no es más que un programa ancestral. Pero hay buenas noticias: tú puedes reescribirlo. Imagínate viviendo hace 500 años… ¿creerías lo que crees hoy? La evolución no es lineal, pero cada crisis es un parto: doloroso, pero necesario.  


 🔹 ENERGÍA Y MILAGRO  


Eres un milagro genético. La combinación exacta de tus ancestros jamás se repetirá. Y la energía que te anima es la misma que convierte rocas en bosques, y sueños en ciudades. Nunca se destruye… solo cambia de forma. ¿Y si tu ‘yo’ no termina en tu piel? ¿Si eres, literalmente, vida hecha conciencia?  


 🔹 REVOLUCIÓN INTERIOR  


Liberarse comienza con una pregunta: ¿Esto que creo… es mío, o me lo implantaron? Supersticiones, fanatismos, incluso tus peores críticas internas son programas que puedes desinstalar. Tu juez mental puede volverse tu aliado. ¿Cómo? Cambiando dónde pones tu atención. Cada pensamiento es un peso en la balanza energética: ¿alimentas el miedo o la curiosidad?  


 🔹 CIERRE 


La próxima vez que camines con un perro, observa ese baile silencioso entre guía y seguidor. Así debería ser nuestra relación con la Tierra: ni sumisos ni dominantes. Simplemente conscientes. Porque cuando te ves a ti mismo como vida—no como un ‘yo’ separado—hasta un árbol puede hablarte… si aprendes a escuchar.  



*Nota: "Tolteca" proviene del náhuatl y significa "artista/artesano"

*Basado en al obra de Don Miguel Ruíz